martes, 24 de marzo de 2009

UNO MAS

En estos momentos todos hablan de Alvaro Ugaz y me uno a ellos. Algunas veces nos cruzamos en el Palacio de Justicia cuando yo laboraba para una revista ya fenecida. No recuerdo si en esos tiempos intercambiamos palabras con respecto a algo.
Años más tarde (2007), él conjuntamente con su ya entonces enamorada Juliana Oxenford y Carlos Paredes fueron invitados a Chiclayo por el grupo azucarero Oviedo para que diesen una conferencia sobre periodismo y decidí asistir. A Carlos Paredes me lo presentaron en una oportunidad en el “mítico” bar Superba (cuadra 28 de la Avenida Petit Thouars), pero no fui a la conferencia ni por él ni por Alvaro Ugaz sino por la guapa Juliana Oxenford.

Tras la conferencia, realizada en horas de la mañana, me acerque a Carlos Paredes y, como lo esperaba, no me reconoció hasta que le hice recordar aquella reunión en el Superba, a la cual él llegó bastante aliviado por haber pasado óptimamente el examen médico obligatorio para contraer matrimonio. Bueno, quise comprometerlo para tomar unas cervezas en la noche y dudó, entonces llamó a Alvaro Ugaz que posaba para fotos al igual que su enamorada (la fama de salir en la televisión, en ese entonces ambos conducían el noticiero matutino Primer Reporte y Carlos Paredes estaba dedicado a investigaciones independientes). Ugaz fue más seguro (o inteligente) en su respuesta: Hombre, cómo vamos a salir con tu amigo en la noche si a las 8 regresamos a Lima. “Uy, lo había olvidado – me dijo -, para otra vez será……”, bueno ya no recuerdo como me despedí de él porque luego me dedique a observar a Juliana.

No se si en realidad esa noche regresaron a Lima o me "shotearon" elegantemente. Lo cierto es que Alvaro Ugaz ha muerto. Una vez más un accidente automovilístico acaba con la vida de una persona, excelente profesional y buen hombre a decir de los que trabajaron con él.

La gente continúa muriendo en las pistas y carreteras por la irresponsabilidad de los conductores y, en algunos casos, de los peatones. Seguramente ahora, como siempre cuando sucede una desgracia que conmueve al país, aparecerán en los medios de comunicación los políticos anunciando medidas para solucionar el problema. Medidas interesantes me parecen las propuestas por Aldo Mariategui el día lunes 23 en su editorial del diario Correo, pero como casi todo lo bueno que proponen las personas que no son políticos, ninguna será tomada en cuenta. Mientras tanto a persignarnos al salir de nuestras casas.

viernes, 13 de marzo de 2009

FIESTAS EN CASAS

Actualmente, la mayoría de personas, en esta nuestra ciudad, ya no suele celebrar fiestas en sus casas. Recuerdo noches de mi niñez y adolescencia en que más de una madrugada tuve que intentar dormir cubriéndome la cabeza con la almohada, única manera que encontraba en la oscura soledad de mi cama de aminorar el alto volumen de la música, proveniente de alguna casa vecina, que llegaba a mis oídos.


A la mañana siguiente, molesto por haber pasado una pésima noche, me consolaba la idea de que, más tarde o quizás a esas mismas horas, los dueños de las casas, o sea los autores de la bulla, muchas veces el que acababa de cumplir años, cansados y con resaca tenían que realizar la, en su estado, titánica labor de limpiar, arreglar y verificar si no se les había perdido o roto algo. Sin duda una nada agradable tarea para el que acababa de festejar, tras, seguramente, el merecido jolgorio. Bonito regalo el que le dejaban sus invitados.


Pero algunas personas aún celebran fiestas en sus casas. Es gente que generalmente posee vínculos familiares fuertes, basados en la camaradería, comunicación constante y presencia física habitual, iniciados varios años atrás. Entonces la casa se llena los hermanos, hermanastros, cuñados, cuñadas, sobrinos, sobrinas, tíos, tíos lejanos, primos cercanos, primos lejanos, padrinos, madrinas, amigos y amigas del barrio; claro, nunca faltan los compañeros cercanos de estudios o del trabajo. Así sucede todavía en algunos barrios periféricos de la ciudad.

Sin embargo en las zonas urbanas de los distritos de Lima Metropolitana, donde el tamaño de las viviendas no ayudan para la celebración de una fiesta y nadie tiene tiempo para organizarla y menos para ordenar la casa o departamento a la mañana siguiente; la gente opta por citar a sus invitados a un bar, discoteca, pub, sala de baile o karaokes y celebrar, por ejemplo, un cumpleaños más en algunos de esos centros de diversión. Sin duda es más practico que organizar la fiesta en tu propia vivienda y más barato. Y no sólo la mayoría de jóvenes han adoptado este modo de festejar, sino personas de toda edad y nivel socio económico.

Escribo esto a las tres de la madrugada, escuchando “la música de moda” (cumbias) provenientes de una casa cercana. Sí, lo que sospechan. Algún anticuado vecino esta celebrando su cumpleaños en su casa (y aclaro que no estoy en una zona periférica de la ciudad). Si al menos pusiera música de REM, Nirvana o Morrisey.

domingo, 8 de marzo de 2009

LO QUE NO TENGO Y LO QUE TENGO

Decidí escribir sobre Luciana León, pero la sucesión de una serie de improvistos, los escalones de la vida, postergaron ello hasta hoy, y resulta que ahora ya no tengo ganas de escribir sobre León. Un fortuito encuentro con la congresista acontecido en una heladería sanborjina, un breve intercambio de palabras, su mirada con esos hermosos ojos que posee, su simpático rostro, su sonrisa, su mediana estatura, su delgadez eran motivos más que suficientes que me animaron a narrar tal encuentro y, de paso, satirizar su situación de agraciada congresista hija de un traficante de influencias de ligas mayores relacionado estrechamente con el partido de gobierno, aunque los apristas lo nieguen, así como dejar para la opinión de quien me leyera, si Luciana era una persona amistosa, como parece por televisión, y si calificaba para llevar el apodo de “calabacita” que le han endilgado. Decidí postergar lo que había decidido hacer, o sea escribir sobre el encuentro, porque eran los últimos días del 2008, días próximos a las celebraciones por Año Nuevo, y un serie de compromisos relacionados con la fecha me mantuvieron distraído, pero sobre todo la llegada, desde el norte del país, de mi hijo a la capital con el fin de pasar las vacaciones en Lima.

Ya con el pequeño a mi lado no tuve tiempo para redactar porque, excepto cuando me iba a trabajar, nunca me dejó solo. Explicación psicológica: el tiempo que no había estado conmigo (5 meses) los que quería recuperar en las vacaciones. Además, una mayor carga de trabajo disminuyó la posibilidad de que tuviera un tiempo libre para escribir acerca del encuentro con Lucianita. Eso fue en enero y febrero. Estamos en marzo y todo ha cambiado.

Ya no tengo a mi hijo (volvió con su madre para continuar sus estudios escolares); no tengo el trabajo de antes (cambiaron las reglas con las que trabajaba); no tengo dinero (uniforme y útiles escolares me han dejado lo que se dice “misio”); no tengo pareja (varios meses ya); no tengo ánimo de buscar una, no tengo claro mi porvenir, no tengo ánimo de recordar tiempos mejores (mil gracias por la invitación a la reunión del viernes que no acudí, compañeros de la “promo”), no tengo internet tampoco televisión por cable y, por último, ya no tengo deseos de narrar mi fugaz encuentro con Lucianita.

Pero todo lo que no tengo puedo superarlo porque tengo a mis dos formidables padres aún vivos, tengo a mi hermana con su hijita, tengo a mis amigas y amigos (desatendidos, por mi parte, en las últimas semanas) y tengo unas ganas inmensas de emborracharme con ellos, aunque creo que esto no se podrá cumplir, porque ahora todos se cuidan, especialmente ellas, y así no vale ¿O sí?.